El día que murió la música

Hoy se cumplen cincuenta años del accidente de avioneta que acabó con la vida de tres jóvenes estrellas del rock and roll: Buddy Holly, Big Bopper y Ritchie Valens. Fue el súbito punto y final deunas carreras más que prometedoras en los albores de la era pop.

En ocasiones es mejor no tener buena suerte. Y si no que se lo pregunten a Tommy Allsup, guitarrista de la banda de Buddy Holly, que perdió a cara o cruz con Ritchie Valens un puesto en una avioneta que se acabó estrellando a los pocos minutos de despegar. Bendita derrota. O bendita racaneria, debió pensar Dion DiMucci, de Dion & The Belmonts, que no se subió porque no consideró oportuno gastarse 36 dólares en un trayecto hasta la ciudad de la próxima actuación.
Como se puede comprobar, a finales de los años cincuenta, la organización de las giras era mucho más pedestre que en la actualidad. La que nos ocupa, el Winter Dance Party, ofrecía un suculento programa cuádruple con Buddy Holly & His Crickets, Ritchie Valens, Big Bopper y Dion & The Belmonts que pretendía recorrer 24 ciudades del midwest estadounidense en tan solo tres semanas. Todo ello, con el problema añadido de una mala gestión de la agenda, que a menudo obligaba a desplazarse más 300 kilómetros de una ciudad a otra para, al día siguiente, retroceder otros 200 en sentido contrario. Por si no fuera suficiente, la calefacción del autobús que llevaba los músicos se estropeó poco después de empezar, y cada traslado por parajes a varios grados bajo cero se convertía en casi una epopeya. Hasta el punto que Carl Bunch, batería de The Crickets, tuvo que ser hospitalizado por síntomas de congelación en un pie.
Ante tal panorama, y tras la actuación de 2 de febrero de 1959 en el Surf Ballroom de Clear Lake, Iowa, Buddy Holly sugirió a su banda fletar una avioneta para llegar a la próxima parada de la gira: Moorhead, Minnesota. Big Bopper (de nombre real Jiles Perry Richardson Jr.) empezaba a padecer de la gripe, así que la idea de reducir la duración del viaje y ahorrarse subir al bus le sedujo completamente y pidió al cricket Waylon Jennings si podía ocupar su asiento. Jennings accedió. Valens, que nunca había viajado en avioneta, también sintió curiosidad por la aventura y, como solo cabían tres personas además del piloto, protagonizó con Allsup el episodio de la moneda al aire comentado con anterioridad.
Lo que sigue tiene poca historia: unas condiciones climáticas deplorables, con nieve, y un error del piloto llevaron a la aeronave a estrellarse en un campo de maíz helado a los pocos kilómetros de despegar. No hubo supervivientes.
La muerte de Buddy Holly, Ritchie Valens y Big Bopper causó un gran impacto en su época. Las dramáticas fotografías del accidente dieron la vuelta al mundo, Elvis Presley envió un telegrama de condolencia desde Alemania. Al funeral de Holly acudieron numerosos artistas y disc jockeys del momento, su féretro fue llevado por sus antiguos compañeros de The Crickets y por Phil y Don, de los Everly Brothers. Además de la tragedia personal que supone la pérdida de cuatro hombres jóvenes (Ritchie Valens no había cumplido los 18 años), se truncaron también tres carreras musicales que empezaban a ser notorias en los albores de la era de la música popular tal y como la conocemos hoy.
No en vano, Buddy Holly, tejano de nacimiento, está considerado a menudo como la primera gran estrella pop. Fue el primer artista de su época que, sin renunciar a su patrimonio cultural, –el country– y generacional – elrock and roll–, marcó un estilo en el que primaban la melodía y los arreglos sobre el ritmo. El esquema clásico, metódicamente repetido por millones de bandas de rock de todo el mundo desde entonces, de dos guitarras, bajo y batería, fue establecido y popularizado por The Crickets.
Ni de Ritchie Valens ni de Big Bopper se puede decir que fueron decisivos en la evolución de la música popular, aun así legaron unos cuantos hit singles memorables como La Bamba y Donna, el primero, y Chantilly Lace, el segundo. Años más tarde, en 1971, llegarían el éxito masivo de American Pie, de Don McLean, inspirada en el accidente de 1959 y al que eternizó como the day that music died (el día en que murió la música), y, claro, toda la mitificación que realiza la cultura popular alrededor de los personajes públicos fallecidos trágicamente a una edad temprana.
Pero esto ya es otra historia y, al menos en este caso, no rebaja un ápice las hazañas de unos jóvenes que contribuyeron decisivamente a cambiar la cultura occidental a golpe de rock and roll.
Borja Barbesà

(Artículo aparecido originalmente en el periódico Universal el 2 de febrero de 2008)

Disculpa

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